
Y si esto ocurrió en el siglo 19, qué podemos esperar en nuestro siglo 21, donde el culto a la tecnología, lo racional, lo científico y pragmático, es el eje conductor de la llamada Sociedad de
Sin embargo, cabe preguntarse si esta realidad extrema que vivimos hoy, enfrentados a una muralla de información disponible en forma instantánea, a sólo clics de distancia en un computador o en los botones de nuestro control remoto; pudiendo seguir el más mínimo detalle de los acontecimientos de tanto a nivel mundial como nacional; cabe reflexionar si esta fijación con un mundo que nos es tan ancho y ajeno, pero tan cercano gracias a la tecnología, no es también una forma de escapismo ante NUESTRA realidad, aquella que nos pasa bajo las narices y que no percibimos por estar extasiados con lo que podríamos llamar un “escapismo inverso”, aquel de
Pues bien, la fantasía, criticada desde el Realismo, curiosamente nos permite reencontrarnos con “realidades” más cercanas que las del día a día mediático. Pues en la literatura nos podemos reconciliar con aquellos valores tan simples y profundos que el mundo parece olvidar en su vertiginoso avance ciego hacia quién sabe dónde.
Quienes hayan leído El Señor de los Anillos – o quienes hayan visto la película, igual sirve - ¿quién no reconoció en el personaje de Sam a aquel amigo que siempre ha estado allí para ayudarnos cuando las fuerzas parecen faltarnos para acometer una empresa?; ¿o en Gandalf el sabio consejo de nuestro padre o abuelo que nos aterriza cuando nos cegamos en un punto de vista? ¿Quién no ha tenido que arrojar su propio anillo al fuego, llevar a cabo ese sacrificio con tal de preservar lo que nos es más amado?
Es cierto, nuestras vidas no están insertas en tierras de magos, duendes, hadas o brujas – aunque Garay, de que las hay, las hay -, pero las historias de valor y esfuerzo las vivimos cada día como ciudadanos de este mundo, cuando debemos derrotar al dragón de nuestros miedos y pelear con nuestras espadas contra la pereza de dejarnos vencer ante la máquina. Los arquetipos viven en nuestros corazones esperando el momento para manifestarse.
La fantasía no puede ser considerada una forma menor del arte. ya que más que la hija bastarda de aquél es en realidad la madre; aquella matriz desde donde brotó la semilla de la cultura humana, a partir de las soluciones que en su limitado conocimiento el hombre intentó forjar para satisfacer su sed de respuestas, de explicaciones para los fenómenos del mundo que se abría ante sus sentidos. El mito, la fantasía, es doble cuna de la ciencia, del intelecto racional del hombre, y del arte, el intelecto espiritual que busca llenar el vacío de la trascendencia.
Famosa es una discusión que tuvo J.R.R. Tolkien sobre la naturaleza de los mitos, con su dilecto y racionalista amigo C.S. Lewis, a quien, dicho sea de paso, logró convertir al cristianismo.
“Los mitos son mentiras aunque esas mentiras sean tejidas con hilos de plata. – arguyó Lewis,
-No, No lo son, respondió Tolkien. Y señalando las ramas de unos grandes árboles dobladas por el viento, agregó.
-Llamas árbol a un árbol sin detenerte a pensar que no era un árbol hasta que alguien le dio ese nombre. Llamas estrella a una estrella, y dices que es sólo una bola de materia describiendo un curso matemático. Pero eso es simplemente como la ves tú. Al nombrar y describir las cosas, no estás más que inventando tus propio términos. Y así como el lenguaje es invención de objetos e ideas, el mito es invención de la verdad.”
Tolkien, antes que autor de El Hobbit, El Señor de los Anillos y El Silmarilion, fue un destacado filólogo, estudioso de literatura y las lenguas antiguas. El académico inglés, profundamente católico, en uno de sus ensayos, titulado “Sobre los cuentos de Hadas”, defiende la fantasía como una manifestación elevada del arte, donde el Hombre asume el rol de sub-creador del mundo, completando la obra del mismísimo creador.
Oscar Wilde va un poco más allá en su ensayo “La decadencia de la mentira”. En su ácido estilo, Wilde señala que
Extracto discurso lanzamiento La Almenara de la Frontera
No hay comentarios.:
Publicar un comentario