.Tengo una duda. Me comenzó a acechar cuando leí las palabras de Miguel, el primero en soñar con esta revista, que hoy nos quita el sueño a varios: “La Almenara de la Frontera es el nombre de esta publicación literaria, aludiendo a las torres de los reinos de antaño que encendían una hoguera en su cúspide para alertar sobre el peligro de un enemigo.” O sea, una almenara actúa como un sistema de alerta temprana. Tales sistemas, altamente codiciados en las ciencias, nos permitirían vivir y sobrevivir con mayor éxito, eludiendo los peligros naturales de nuestro mundo con más facilidad. Sin embargo, dada la complejidad de nuestro mundo, estos sistemas son metas difíciles de lograr.
Psicológicamente, la sensación de seguridad que nos brindan sistemas de temprana alerta es valiosa, ya que nos permite dedicar nuestros escasos recursos a temas más allá de lo que es la supervivencia básica. Tal vez es aquí donde yace uno de los verdaderos tesoros de la literatura fantástica; nos ofrece la posibilidad de seguridad, una gota de fe en un mundo donde el sistema y la ciencia, e incluso las instituciones más básicas como la familia y la religión, flaquean y nos decepcionan una y otra vez. En la literatura fantástica, se ve otro sistema (ojala que fueran todos tan altamente creíbles y vivos como la Tierra Media), sea uno que supera el nuestro o uno que lo hace parecer un paraíso; no importa, porque su simple existencia da luz a un sinfín de posibilidades. ¡Algo diferente es posible!
Pero me voy por las ramas… o las nubes. Volvamos al tema principal: mi duda. Si La Almenara es una llamada a la gente a acudir, a proteger, a luchar contra un enemigo común, ¿A quién llamamos, y cómo los llamamos, cuando es La Almenara de la Frontera quien corre riesgo y necesita socorro?
Tuve mucho tiempo para reflexionar acerca de la pregunta mientras estuve parada en nuestra tienda en el evento Ryujin Concomics 2007, San Miguel, Santiago de Chile. Además, me di cuenta que iba a volver a Concepción con casi 300 revistas, tal como había llegado a la capital. Me acordé del sistema que usan en Pern (saga de Anne McCaffrey, altamente recomendable, con dragones por todas partes), de comunicarse por tambores, a veces codificados de forma especial, para que el mensaje fuese entendible solamente por los iniciados, siempre gente de autoridad, influencia y/o poder.
Cuando, en “Moreta: Dragonlady of Pern”, una enfermedad desconocida comienza a arrasar con la población, los tamborileros también son afectados hasta el punto que no queda gente en algunos lugares para enviar o recibir mensajes. Simplemente, cambiaron al sistema secundario de corredores, quienes llevaban los mensajes escritos o verbales. Es como los usuarios de los sistemas de transporte público quienes, viendo que el sistema de buses no funciona, parten todos a tomar el Metro. Bueno, y con el sistema alternativo ahora en la línea directa, como es de esperar… éste colapsa.
O sea, si lo que nosotros estamos haciendo no nos rinde frutos, hay que cambiar de táctica. Hicimos contactos buenos e importantes en Santiago, gente que nos trató bien y con mucho respeto (otros no tanto…) y vimos mucho interés en lo que hacemos como Sociedad Tolkien y específicamente Ohtaríma, y La Almenara deslumbró. Todos quienes pasaron la quedaron mirando y sentí cómo me henchí de orgullo. La mayoría miró las portadas en exhibición y se detuvo a leer los títulos para ver de qué se trataba. Tenemos un producto de calidad, llamativo y atractivo. Algunos se quedaron a hojearla y preguntar por ella. Sentimos el interés de este grupo en el concurso para su cuarta portada y en la posibilidad de enviar trabajos como cuentos, artículos y comics para su publicación. Más de uno dijo “no tenía idea de que existiera una revista así…”.
No me preocupó las pocas ventas (más allá del dolor de codo que no se me quita por acarrear por todo Santiago una maleta con 300 revistas) en el sentido de que claramente no era nuestro público objetivo y por otros errores (no nuestros) en cuanto la organización del evento en si. Las lecciones que aprendimos de nuestra participación fueron valiosas y lo bailado no te lo pueden quitar.
Sí me preocupa que falte la mitad del dinero para imprimir el tiraje deseado en el formato deseado y todo esto antes del fin del año. (Gran suspiro.)
La Almenara está en crisis. ¿A quién llamamos? ¿Cómo los llamamos? Nuestro aliado histórico, el Departamento de Jóvenes, apenas supo de nuestro concurso de dibujo e ilustración, se puso con su patrocinio (gracias, Marcelo). Otro no tan histórico demostró ser el tipo de aliado que sólo sirve cuando no hay guerra; con aquel no trabajaremos más. Y aun quedan otros por conocer… nuevos puntos de venta, nuevos auspiciadores, nuevos patrocinios.
Por mucho tiempo, pensamos que vender a La Almenara de la Frontera era prostituirla. Pero dice Miguel: “… esta Almenara no anuncia malas nuevas, sino todo lo contrario. El objetivo de esa llama encendida en lo alto es anunciar que la fantasía está viva y goza de muy buena salud.” Esa llama debería prenderse y mantenerse prendida siempre. Con cada venta, la llama de La Almenara crece y alumbra nuevas tierras. Como aprendieron en Pern, no es bueno dejar sólo unos pocos iniciados a cargo de los tambores, el sistema central de comunicación, y no es mala inversión mantener un buen sistema secundario por si acaso. De la misma forma, debemos aumentar las ventas de La Almenara y la cantidad de gente “iniciada” en el asunto. Además, hay que mejorar (implementar) el sistema secundario de financiamiento: la venta de la publicidad.
La Almenara necesita socorro. ¿Cómo llamamos? Utilizaremos la matrix. Además, tenemos corredores nuevos, Alexis, Loreto y Ricardo Apio, explorando y reuniendo tropas en Concepción, Los Ángeles, Santiago y La Serena. Las nuevas corren por canales muy inesperados y el apoyo viene en trajes muy variados, así que no dejaremos de conversar con todos acerca de La Almenara. Soñamos con un montaraz o Maia que venga a proteger al hobbit en su batalla contra las comisiones, cotizaciones y contribuciones, inmerso como esta en un mundo de revistas XL, pero no cesaremos en nuestra labor de correr la voz: la llama de La Almenara hay que cuidarla.
Tengo fe. La Almenara de la Frontera no se extinguirá.
Danielle Barriga
Comité Editorial Almenara de la Frontera